Una de las primeras veces que fuimos al laboratorio quise repasar el método científico y hacer una práctica, pero ideada por el alumnado.
Se distribuyeron en grupos, y lo primero que hice fue presentarles dos esponjas, una natural y otra artificial, y les dije que observaran las diferencias entre ambas, las comentamos entre todos, su aspecto, rugosidad, capacidad de retención de agua, flotabilidad, etc.
Después les propuse que idearan un experimento para comprobar alguna de estas diferencias, siguiendo el método científico, ya habían hecho observaciones, ahora tenían que plantear una cuestión, lanzar su hipótesis, y proponer un experimento para comprobarlo. Aquí os muestro un ejemplo de algo muy sencillo, pero efectivo.
Tienen espacio para los resultados, en la tabla de datos, y lo que sí les dije es que al final estableciera una conclusión.
Después, lógicamente, fuimos al laboratorio para que pusieran en marcha su práctica y completaran el método científico. Yo estuve supervisando todas las prácticas que me entregaron para ayudarles si tenían dudas. Hubo un grupo que me hizo una práctica sobre la flotabilidad, otros calcularon la densidad de las dos esponjas, otros sobre el cambio de forma, etc. Fue muy interesante y variado, y lo importante es que aplicaran el método científico, desde el principio hasta el final.
Quedaron tan contentos que se me ocurrió que llevaran una de estas prácticas a los grupos de 1º de ESO, siendo ellos los «tutores de la práctica», explicándoles la práctica y ayudándoles. Y así nacieron los «laboratorios tutorizados» de 1º de ESO.